Pérez Villalta
Recordando a un viejo amigo
Cada minuto que pasa por
nuestras vidas siempre existirá
el recuerdo inolvidable de
un amigo que rápidamente
el tiempo de los acacios se
llevó sin decir adiós,
al compañero de nuestras
tardes de juventud.
Hoy, en un día más
de tu ida al más allá
el esplendor eterno
de una luz que sin
decir adiós, hace brillar
la figura de un amigo
y compañero.
Tu ida no será
eterna, porque tu persona
permanecerá siempre en el
álbum de tu permanencia
entre nosotros tus amigos.
Adiós, amigo Octavio.
Diálogo con la muerte
Fue una tarde cualquiera de comienzos de la estación de Invierno. En un paisaje de la calle cercano a la casa donde vivíamos con nuestros padres. Una tarde cualquiera ocurrió algo insólito en su casa y así nos contó Don Carlos que era el dueño de casa y amigo de mis padres.
Serían casi las siete de la tarde cuando en forma imprevista sonó el timbre de casa. Don Carlos salió rápidamente para saber quién era la persona que hacía sonar el timbre varias veces. Don Carlos abrió rápidamente la puerta y en forma sorpresiva apareció un sujeto alto, bien vestido, de negro y al ver a Don Carlos le dice: “Siento molestarlo para decirle que en unos días más nos volveremos a ver, pero no aquí, sino en otro lugar, donde a usted lo van a destinar.”
Don Carlos en forma nerviosa le dijo: “¿Quién es usted que viene a decirme cosas tontas y estúpidas?, ¡Váyase de inmediato!” Y así, en forma altanera, Don Carlos le cerró la puerta sin siquiera despedirse del extraño personaje.
Este insólito hecho lo había narrado a todos sus familiares y amigos más cercanos. Todos le decían que ese era un hecho de cualquier tonto que se hizo pasar como un personaje sobrenatural, cuando el único que destina a la muerte es nuestro Señor Jesucristo. Así fueron todas las respuestas de sus familiares y amigos.
Casi todos conocíamos a Don Carlos y quedamos consternados con su narración del extraño personaje que había venido a decirle que le quedaban pocos días de vida.
Después de este insólito acontecimiento, habían transcurrido sólo cuatro días cuando Don Carlos, después de haber llegado a su casa del trabajo, intespectivamente cayó en el living de su casa, sin decirle a nadie qué le pasaba.
Rápidamente sus hijos y familiares llegaron para observar qué pasaba con Don Carlos, quien estaba en el suelo sin poder decir nada. En forma imprevista sonó otra vez el timbre de la casa, pero nadie quería salir a mirar. ¿Quién era el personaje que hacía sonar tanto el timbre?
Sólo uno de sus hijos, el menor de todos, corrió hacia la puerta, pero al abrirla, sólo vio que se alejaba de ella un personaje alto, bien vestido, sin decir nada a nadie.
Se había cumplido lo expresado por el extraño personaje que había dialogado con él para expresarle que era una persona mandada por alguien para anunciarle su muerte.
Todo se había cumplido. Don Carlos había dialogado con alguien que era la Muerte, que le anunciaba llevarlo para siempre lejos del mundo terrenal.
Niño caminando por la calle después de la lluvia
En una tarde cualquiera en pleno invierno, tuve que salir en forma urgente a comprar útiles escolares para uno de mis hijos.
Llegó el momento en que no caminaba tan rápido, ya no llovía tan intensamente, no caían gotas de agua por donde caminaba. Al atravesar una de las calles, se acercó a mi lado un pequeño jovencito o niño de unos doce años, quien mirándome fijamente me interpeló diciendo:
_ Perdone caballero, parece que los dos caminamos al mismo tiempo.
Observé que su cabeza la tenía siempre mirando al suelo y mojada por la lluvia que habíamos tenido hacía poco.
Como caminábamos casi juntos, el desconocido niño se acercó más a mi lado, diciéndome en forma rápida:
_ Señor caballero, perdone que lo moleste con mi intervención en este paisaje después de la lluvia.
Asombrado que nos había dejado de molestar, le respondí:
_ Mi estimado niñito, ¿has caminado mucho después de la lluvia? _ y en forma instantánea me respondió:
_ Caballero, perdone que lo haya molestado, pero ¿sabe por qué he estado caminando después de la lluvia?
_ No tengo idea, mi estimado niño _ le respondí. Lo miré y le dije: _ Yo creo que caminar en una época en que a veces hay mucha lluvia y mojarse aún después que esta termine no es mucha gracia.
El niño se detuvo algunos minutos en el camino y me dijo:
_ Tuve que salir de casa porque hace solamente un año y meses que mi mamita me dejó para siempre. Sufrió un fuerte ataque al corazón. Pero ella siempre me decía: “Si yo no estoy, hijito, cuídate mucho y después que caigan las aguas de las lluvias sale a caminar a cualquier parte, porque tal vez el agua que caerá junto a ti no será para mojarte sino que serán lágrimas que caen de mi corazón al no tenerte junto a mí.”
En forma nerviosa observé lo que me había contado este niño. Y reaccionando en forma rápida, traté de terminar mi conversación, pero tuve una sorpresa: Sus manos no eran las de un niño normal, sino algo extraño había conocido esa tarde. En forma rápida traté de despedirme y alejarme de este niño, pero en el mismo lugar donde estábamos, no había nadie, sólo yo permanecía parado en la esquina sin tener a nadie a mi lado.
Había desaparecido el niño de la calle después de la lluvia.
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