Venus recreándose en el amor y la música
Tiziano di Gregorio
Sortilegio
Mi alma navega en círculos de agua
donde el tiempo teje sus historias
a la hora que rezan los relojes
la plegaria de los recuerdos.
La verdad me deja ciega
cuando explota con luces de artificios
la majestad del verbo, la palabra.
Quédome desnuda entre las hojas
tiritando en el árbol de mi origen
me entretengo en revivir mi lumbre
de solsticios que arden en mi mente.
Abro las ventanas de donde vienen las voces,
donde mis fantasmas duermen
junto al olivo que la paz me deja
imantada al arco iris de mis sueños.
Entonces siento aquí dentro del pecho
un colmenar de doradas abejas
que fabrican con mis penas
el antídoto de la muerte,
al miedo de la muerte.
Ausencia
Noche enjoyada de diamantinos brillos
cómplice de llanto contenido.
Abro sin recato las esclusas
de las aguas salobres de mi río.
Juntos sorteamos senderos escarpados
floridos valles, tormentosos ríos,
bebí el vino dulce de tus labios
atando mi vida a tu destino.
Por las noches leyéndote mis versos
acariciabas mi pelo sobre la almohada,
no osaba mirarme en el espejo reflejada
mi vejez y la piel ajada.
La luz que iluminaba mi semblante
se pagó un abril al caer el día
escucho rezar, te has dormido
mi alma se arrodilla
ante el paradigma de la vida y la muerte.
Salgo a la calle y busco en mil rostros
tu mirada franca, tus brazos fuertes
tu gesto, tu sonrisa transparente,
en ningún lugar lo encuentro.
Me refugio en mis dioses heredados
busco tu imagen en su esencia
mas la pena aflora entre mis labios
degusto el agri-dulce de tu esencia.
Rosas brotarán sobre tu cuerpo
se curvará mi espalda con los años
escribiré con hojas sueltas sin sentido
sobre un papel llamado tiempo.
Enfrento el último recodo del camino
me vuelvo a mirar lo ya andado
las palabras tienen mucho colorido
mas hoy no logran expresar mi abecedario.
De profundis
Como sucedió, no me di cuenta
serpiente agazapada bajo la hierba
artífice de imágenes espectrales
artera, el corazón me heriste.
Cuando no te esperaba apareciste
jinetes apocalípticos te escoltaban
depredadora de carnes palpitantes
intemporal, soberbia cabalgabas.
No te temo, mi lira es mi equipaje.
Te buscaré en la guerra, asilos, hospitales,
bajo la tierra donde duermen los humanos
convertidos en incienso para altares.
Me reconciliaré contigo pálida velada
me dormiré mirando las estrellas
acunando la pena que olvidaste
en un pliegue de mi solitaria almohada.
La Casa Nueva
Sentimientos encontrados agitan su pecho, no sabe si está contenta o triste.
Al fin se concreta el sueño de su vida. Ha pasado el tiempo que la llevó a unirse a la “toma” de terreno de relleno a la que se oponían las autoridades.
Recuerda esa noche, como cucarachas en la oscuridad levantaron sus viviendas entre cartones, nylon y maderas cobijaron sus pobrezas.
Dura su vida. El invierno con sus barriales, filtrándose el frío y la lluvia por las rendijas. En verano acarreando en balde el agua del grifo, resistiendo estoicamente la adversidad.
Ayer la asistente social de la “Muni” les dijo: _ “Lleven lo indispensable, los departamentos son muy funcionales.” _ “Cajas de fósforo”_ pensó Carmen. _ “Pero en cambio, _continuó la asistente_ tendrán luz eléctrica, agua potable, una escuela cercana para que envíen a sus hijos, les darán desayuno.”.
Carmen miró a su alrededor, el campamento se ve como cementerio terremoteado, faltan las voces de los niños, los gritos de las madres llamándolos y la risa de sus hombres jugando a la rayuela. ¿Cómo lo hará el Lucho para salir en las noches a recolectar cartones al centro de la ciudad con su carrito a mano?, ya que está cesante como maestro de la construcción.
Su buena vecina, la Anita, cuidaba de sus dos pequeños por las noches, ahora no sabe dónde quedó esta ubicada en los block. La angustia le aprieta la garganta. ¿Cómo pagará el subsidio, la luz, el agua, el gas?, ya que no podrá cocinar con carbón o leña en un tercer piso. Muy pobres éramos en el campamento, pero nunca faltó el “puchero”, las ollas comunes reflejaban la solidaridad.
Ha llegado el camión municipal a llevarse sus pocos enseres. Se concientisa _"No importa, apechugaré por mis chiquillos que merecen mejor suerte, en cuanto al Lucho, le pondré un parche curita, mejor tres en la “come mote” para que no salga a chupar con los amigotes, ¿quién me dice si al verlo tan re bonito se queda con nosotros en nuestra casita?”
Se aleja del campamento en el camión con su familia y sus bienes. Ana mira hacia atrás con lágrimas en los ojos y dice a su Lucho: “_ Ahora hay que mirar pa’ elante, oíste Lucho, no te hagai el de las chacras”.
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